En los últimos 150 años, ha habido mejoras sin precedente en la calidad de vida de nuestra especie a nivel global. La esperanza de vida se ha más que duplicado, la educación pasó de ser privilegio de minorías a derecho de mayorías, se han reducido considerablemente hambre y pobreza extrema. Se quiere erradicar la última para 2030. Sería factible terminarla antes, simplemente con un ingreso básico universal para los 650 millones en pobreza extrema. Costaría 500 mil millones de dólares, menos de la mitad del gasto militar de miembros de la OTAN.
Es claro que algunas de estas medidas tienen límites naturales: cuando ya no haya hambre ni pobreza extrema, no se podrá mejorar más. Pero ¿qué tal la esperanza de vida?
La pandemia ha reducido notablemente la esperanza de vida, como se detalló en estas páginas el domingo. Pero hasta 2019, había una tendencia a la alza en la esperanza de vida en la mayoría de los países. La pandemia de influenza “española” de 1918-1920 bajó la esperanza de vida, al igual que distintas guerras en países participantes: Segunda Guerra Mundial, guerras civiles (y SIDA) en África, las Coreas, Vietnam, Camboya, Irak, Siria, etc.
Aparte de guerras y virus, fue impresionante que la esperanza de vida en la ex-URSS había aumentado hasta 1988, para después caer a un mínimo alrededor de 2000, principalmente varones muertos por violencia o alcoholismo.
Algo similar ha sucedido en Estados Unidos, su esperanza de vida dejó de crecer desde 2012, principalmente por las “muertes de desesperación”, que incluyen suicidios, sobredosis y relacionadas con alcohol.
Venezuela ha ido reduciendo su esperanza de vida desde 2011 y todavía no empieza a recuperarse, principalmente por violencia.
México alcanzó su máxima esperanza de vida en 2006, la cual empezó a bajar gracias a la guerra contra las drogas, para llegar a un mínimo en 2015 (hombres tenían una esperanza de vivir nueve años menos que mujeres). Hubo una recuperación lenta, pero sin llegar a los niveles de 2006, y ahora con la pandemia, al parecer regresamos a niveles de 1992.
Es muy probable que la esperanza de vida se recupere en los próximos años y que siga aumentando a nivel global mientras mejoran las condiciones en países actualmente pobres. Pero ¿hasta cuándo? Las mejoras en sanidad y medicina son muy importantes, pero nos estamos topando con otros límites que van más allá de la fisiología: la violencia y la salud mental.
En el primer caso, después de la Segunda Guerra Mundial parecería que habíamos aprendido la lección y ya no habría conflictos a gran escala. Pero la guerra en Ucrania y la violencia relacionada al crimen organizado en países como México y Venezuela nos hacen dudar de que no podamos tener más masacres en los próximos años.
En el segundo caso, muchas sociedades se han estado deteriorando, llevando a cada vez más personas a una “muerte por desesperación”. La pregunta es si estos problemas se propagarán a otros países, o si encontraremos soluciones duraderas. Tal vez sería sensato dejar de comprar el sueño americano que nos venden a casi todo el resto del mundo a través de Hollywood.
De cualquier manera, probablemente la esperanza de vida se estabilizará hacia fines de siglo, aunque no sepamos si será de más de cien años o menos de ochenta.
Podríamos pensar que al igual que las tecnologías “exponenciales” (cada vez más velocidad, capacidad, bajo costo), nuestra salud seguiría mejorando sin límite. Pero todos estos procesos se saturan. Las tendencias tienden a cambiar.
Después de las crisis rodeando a la pandemia, podríamos ser pesimistas y concluir que nuestra especie ya pasó su apogeo, y como tantas culturas en nuestra historia, empezará a decaer. Lo dudo mucho. Todavía tenemos muchísimas oportunidades de mejora como para que no podamos superar los niveles de bienestar de 2019.
Más que “mejoras” constantes, seguiremos teniendo cambios. Dependerá de nosotros qué tan positivos o negativos son estos cambios, y para cuántas personas. De casi cualquier cambio habrá beneficiados y perjudicados. Decimos que en los conflictos todos perdemos, pero a largo plazo hay quienes logran aprovechar las crisis, a pesar del sufrimiento. Pero sabemos que la mayoría nos beneficiaremos si minimizamos los conflictos. ¿Qué tan difícil puede ser? ¿Más que sobrevivir los conflictos?