Incompetencia

Para Ana.

Yo soy incompetente en muchos más aspectos que aquellos en los que pretendo ser competente. Y aún en donde me digo competente, hay amplias oportunidades de mejora. Lo mismo sucede con todos. Errare humanum est. El problema no es ser incompetente, todos lo somos, simplemente por nuestra cognición limitada. El problema es no aceptar nuestra incompetencia. 

Es natural que queramos ocultar nuestros errores. Somos educados con la idea de que equivocarnos está “mal”. Queremos hacer las cosas “bien”, o por lo menos aparentarlo. Nos dicen en la escuela que reprobar es vergonzoso y es el preludio de una vida “fracasada”. A final de cuentas, muchos aspectos de nuestras vidas se deciden por competencias: premios, becas, empleos, parejas. Queremos ser los “mejores” para conseguir lo que queremos. Pero en muchos casos, aprendemos más de nuestros errores que si los evitamos, con la consecuencia de acabar siendo más capaces si aceptamos nuestra incapacidad inicial.

No estoy diciendo que dejemos de hacer cosas si no las sabemos hacer. “Echando a perder se aprende”. Sugiero que seamos más humildes y aprendamos a escuchar a otras personas, que tal vez sean más competentes (y tal vez no) en algún aspecto particular.

Como muchas de las peculiaridades de nuestra especie, la psicología explica esta situación con uno de los cientos de sesgos cognitivos que se han identificado. El efecto Dunning-Kruger se da cuando alguien incompetente tiende a sobreestimar su habilidad. Por otro lado, también aplica a su opuesto: personas competentes tienden a subestimar sus habilidades. Una explicación de este efecto es que los incompetentes todavía no adquieren la capacidad para distinguir un buen desempeño de uno malo. En otras palabras, no saben que no saben. En un estudio reciente publicado en Science Advances, investigadores norteamericanos encontraron que los individuos con mayor oposición al consenso científico sobre vacunas y medidas para mitigar COVID-19, fueron aquellos que tenían los menores niveles de conocimiento objetivo pero los mayores niveles de conocimiento subjetivo. Es decir, creían que sabían, pero no sabían.

¿Cómo se extiende la incompetencia en nuestras organizaciones? Hace más de un siglo, José Ortega y Gasset escribió: “Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes.” En los 1960s, esto se formalizó en el principio de Peter. De manera un poco simplista, podemos asumir que si alguien es competente, será ascendido. Si sigue siendo competente en su nuevo puesto, seguirá teniendo ascensos. Hasta que el reto del puesto vaya más allá de sus habilidades: será incompetente y se quedará ahí. De esta manera, en una organización todos ascenderán hasta que llegan a un puesto en el cual no pueden desempeñarse. En realidad, las organizaciones se forman con una variedad de procesos complejos. Sin embargo, para reducir el efecto de la incompetencia, si tenemos mecanismos para detectarla, aceptarla y transformarla, podremos generar en su lugar competencia. Si la ignoramos, lo más probable es que las cosas empeoren.

Cuando las organizaciones no funcionan como deberían, es natural que empecemos a buscar explicaciones. Algunas veces, somos tentados a encontrar motivos siniestros detrás de la incompetencia. Por ejemplo, “los ricos” quieren que “los pobres” sufran. Pero en casi todos casos, la explicación es mucho más simple, conocida como la navaja de Hanlon: “Nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez”. No sé si hubo sabotaje(s) en el Metro, pero la mayoría de los incidentes se explican por el desgaste de la infraestructura.

Es claro que tenemos incompetencia en todos los países a todos los niveles. La diferencia es cómo la enfrentamos. ¿La ignoramos y ocultamos, pretendiendo que sabemos lo que hacemos? ¿Le echamos la culpa a alguien? Este camino sólo llevará a más problemas. La alternativa es identificar la incompetencia, aceptarla y entonces podremos buscar soluciones. Siempre nos equivocaremos. No somos perfectos. Pero estaremos en mejor posición para resolver problemas si aceptamos nuestros limites y estamos dispuestos a escuchar a los que podrían ser más competentes. Ya lo dijo el sabio Sócrates: “yo sólo sé que no sé nada”.

Por otra parte, también hay que encontrar la mejor manera de ser tolerantes con los incompetentes. De otro modo, no habrá incentivos para aceptar nuestra incompetencia.

1 pensamiento sobre “Incompetencia”

  1. Una columna muy ilustrativa, característica de quienes seguimos a Carlos Gershenson y recordé aspectos del trabajo en equipo en esta era de los sistemas, dados por la profesora Amy Edmonson de U Harvard y es tener humildad ante el otro y curiosidad de conocerle, con sus competencias y limitaciones. Compartiré esta columna con mis estudiantes, gracias profesor Carlos

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