¿Tenemos un “sueño mexicano”? ¿Tele, vocho y changarro, como predicó Vicente Fox? ¿Ganar el mundial? ¿Deberíamos de tener uno, aunque nos tilden de aspiracionistas? No me refiero a “misión, visión y valores” acartonados, como se buscaba en empresas hace años, sino a metas cuantificables. Me parece que sería útil discutir sobre qué es lo que deberíamos de buscar como mexicanås y como nación. De otra manera, viviremos y moriremos a la deriva de las circunstancias, sufriendo por situaciones que no buscamos, al no saber siquiera la dirección que deberíamos de seguir.
En Estados Unidos, se habla mucho del “sueño americano”. Aunque no está bien definido, ha servido de motivación para que lås ciudadanås e inmigrantes trabajen arduamente para el beneficio de su crecimiento económico, incluyendo ideales de libertad y la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, la presión social por tener “éxito” (el cual está todavía menos definido) ha tenido consecuencias graves para la salud mental. Curiosamente, su falta de definición hace que el sueño americano no sea alcanzable. Siempre se busca más dinero, una casa más grande, un auto más lujoso, una pareja más guapa. Esto genera una insatisfacción constante, la cual probablemente contribuya a las “muertes por desesperación” (suicidio, sobredosis, consecuencias del alcohol) que se han agravado en años recientes, especialmente en la clase media.
Es interesante que a pesar de lo problemático que es el sueño americano, es atractivo para gente de todo el mundo. Por ejemplo, en India se decía “yanqui vete a casa, pero llévame contigo”. La cantidad de migrantes que buscan entrar a Estados Unidos de distintas maneras también sugiere que muchos no llegan por atracción, sino por repulsión creada por diversas crisis en sus países de origen.
En 2012, Xi Jinping empezó a hablar sobre el “sueño chino”. Se busca una “revitalización de la nación”, que en la práctica busca continuar su crecimiento económico.
Podríamos hablar de un “sueño soviético”. Aunque no se describe en esos términos, la meta en los 1920s era la alfabetización y electrificación de todo el país. Esto logró que en pocos años se desarrollara la industria, alcanzando a ser potencia mundial, hasta el punto que logró lanzar los primeros satélites y humanos fuera del planeta. También se puede criticar el costo en los ciudadanos de este desarrollo, pero es otro ejemplo de una visión a largo plazo bien definida, aunque tal vez ejecutada sin contemplaciones. Actualmente, el “sueño ruso” se parece más al sueño americano a nivel individual, aunque a nivel estatal parecería que pretende recuperar la grandeza del imperio en tiempos de Catalina la Grande.
En muchos casos, una narrativa de “sueños” puede ayudar a que los individuos se sacrifiquen por su patria o religión. Pero ¿se podrían definir “sueños” que beneficien tanto a ciudadanås como a naciones? Por supuesto. “Simplemente” hay que considerar metas a escalas múltiples: individual, familiar, comunitaria, urbana, nacional, internacional. Estas metas deberían de promover la cooperación, no tanto la competencia, ya que si a alguna escala hay conflictos, el “sueño” podría ser contraproducente. Se requiere un balance entre lo individual y lo social. Podría verse como un problema de huevo y gallina, ya que se necesitan ciudadanås sanås y motivadås para que funcione el país, pero se necesita un país funcional para que lås ciudadanås puedan alcanzar sus metas personales.
Yo no podría definir un sueño mexicano, ya que cada persona necesita y quiere cosas distintas. Pero sí podemos acordar principios bajo los cuales la mayoría debería de poder alcanzar lo que quiere: seguridad, libertad, felicidad. La jerarquía de necesidades de Maslow ciertamente puede servir como guía, pero se requeriría de una mejor definición, no sólo de las metas de un sueño mexicano, sino de qué mecanismos nos ayudarían a alcanzarlo. El crecimiento económico ayuda, pero no es suficiente, como vemos con el sueño americano. Es claro que también necesitamos promover el bienestar mental y social, pero desafortunadamente no tenemos las herramientas adecuadas. Pero no es pretexto para no empezar a probar tanto como podamos. Sólo intentando y aprendiendo de los errores encontraremos no sólo el sueño mexicano, sino el camino para alcanzarlo.