Soberanía obsoleta

Los pueblos, naciones o países soberanos son aquellos que se auto-determinan. En otras palabras, toman sus propias decisiones, en contraste con las colonias, quienes dependen de las decisiones que sus colonizadores toman por ellos. 

Desde siempre, los grupos sociales de nuestra y otras especies han intentado dominar a y liberarse de otros grupos. Simplemente, es mejor ser dominador que dominado: aumenta las probabilidades de supervivencia, atrae parejas, acumula riqueza, etc.

Aunque oficialmente quedan “pocas” colonias en el mundo, las potencias (Estados Unidos, China, Rusia, Francia…) siguen influyendo en otros países. Más que una tendencia hacia un aumento de soberanía, la globalización ha implicado una mayor integración, no sólo a nivel político, sino también económico y cultural.

En México, dependemos enormemente de Estados Unidos: si su economía se marea, la nuestra se tambalea. Vemos sus películas, escuchamos su música, comemos su comida rápida, vemos sus deportes. Pero aunque todavía hay una gran asimetría, Estados Unidos también depende considerablemente de México. Sus importaciones mexicanas ocupan un segundo lugar (después de las chinas) y  también recibimos sus segundas mayores exportaciones (después de las canadienses). Los hispanos ya son la mayor minoría (19% de la población, más de 60 millones). Cada vez es más común que el español se incluya además del inglés. Y la cultura mexicana (arte, gastronomía, festejos, etc.) es cada vez más influyente.

Esta tendencia no es única entre México y Estados Unidos. Muchos países están aumentando su influencia mutua gracias a la globalización. Y esto va mucho más allá de comer sushi o escuchar K-pop. Estas interacciones son “sinergéticas”, es decir, todos los involucrados se benefician. Esto es en contraste con el colonialismo, donde pocos se benefician a costa del sufrimiento de muchos.

Sin embargo, muchos políticos han aprovechado la idea de soberanía para avanzar agendas extremistas. Tal vez Brexit ha sido el caso reciente más notable, especialmente por su fracaso: el Reino Unido ha sufrido mucho más de lo que se ha beneficiado después de reducir su cooperación con la Comunidad Europea. 

En general, la idea de soberanía genera una diferenciación, que tiende a polarización, entre “nosotros” y “ellos”. Sin embargo, deberíamos de cooperar cada vez más en atender problemas globales. Todos vamos en el mismo barco.

Ya después de la Segunda Guerra Mundial, hubo algunos impulsores de un gobierno mundial. Se crearon varias organizaciones, pero la ONU, OMS, OMC, etc. están muy limitadas. ¿Cómo podrían evolucionar para prevenir efectivamente conflictos nacionales e internacionales?

Sería problemático simplemente eliminar fronteras de un día para otro. Tal vez nunca podamos deshacernos de las fronteras, pero esto no implica que no aumentará la cooperación internacional.

Ya hemos visto varios ejemplos regionales de integración, el más visible siendo la Unión Europea, con una larga lista de oportunidades de mejora. En África hay dos regiones con moneda común y la propuesta de una moneda para todo el continente para 2025, manejada por un banco central africano. La Unión Africana permite el libre tránsito de personas entre sus 55 miembros desde 2018 y libre comercio desde 2021. 

No estoy sugiriendo que perdamos nuestra identidad, sino que adquiramos una más amplia. Podemos seguir escuchando cumbia, comiendo tamales y apoyando a los Pumas, pero al mismo tiempo identificarnos como humanos.

Mantengamos y celebremos identidad cultural, pero hay múltiples beneficios de disolver las diferencias artificiales de la nacionalidad y la soberanía. Podríamos empezar con otros países latinoamericanos, con quienes tenemos mayores afinidades culturales, y/o con Estados Unidos y Canadá, con quienes tenemos mayores afinidades económicas. Pero la intención no sería lograr una unidad continental para pelearnos con otro continente. La meta debe de ser global.

Cada vez somos más interdependientes, y no hay indicios de que esta tendencia vaya a cambiar en las próximas décadas. Cada vez nos afectarán más la falta de coordinación, los conflictos, las diferencias artificiales entre “nosotros” y “ellos”. Si entendemos que la soberanía es un concepto obsoleto, tendremos mejores oportunidades de aumentar el bienestar global.

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