
Privilegios – Carlos Gershenson
La palabra ‘privilegio’ viene del Latín ‘prīvus‘ y ‘lēx‘, que podríamos interpretar como “leyes personales”, es decir, que no aplican a todos.
En la Edad Media, los privilegios más comunes eran los de la nobleza y los del clero. Se lucharon varias revoluciones para terminar con estos privilegios. Legalmente, todos deberíamos de ser iguales. Aún así, se mantienen algunos privilegios, como el fuero que les da cierta inmunidad a funcionarios públicos.
Saliéndonos del contexto legal, usamos ‘privilegio’ en otros contextos, ya sea como una exención de una carga o como una ventaja excepcional. En este sentido, estamos plagados de privilegios.
Yo tendría dificultad en hacer una lista exhaustiva de todos los privilegios de los que he gozado. No he tenido enfermedades graves, mis padres están vivos, me han favorecido parejas amorosas, tengo la fortuna de ser padre, no he pasado hambre ni estado en una guerra, he conocido a mucha gente brillante, he viajado dentro y fuera de México, he tenido muchísimas experiencias sublimes…
Es cierto que sólo una minoría tiene un privilegio económico, pero hay una amplia diversidad de privilegios, con lo cual la mayoría de la población se podría sentir privilegiada. Hay mucho que se puede mejorar, pero si comparamos con otros países u otros períodos históricos, tenemos en general estabilidad, salud, educación, tecnología, oportunidades, paz (relativa y no en todo el país… quiero decir que la mayoría no estamos en una situación similar a la de Ucrania, Somalia, Afganistán o Haití, no que todo esté bien), etc. Damos por sentado muchas cosas que podemos ver como privilegios.
Si tan solo retrocedemos un par de siglos, la esperanza de vida era menos de la mitad a la actual, la mayoría (>90%) vivía en pobreza extrema y eran analfabetas. Abundaba la esclavitud y la guerra (aunque no teníamos armas tan destructivas). Si comparamos con el presente, tenemos muchas ventajas excepcionales.
En el Budismo se hace énfasis en nuestra preciosa vida humana. El nacer en nuestro cuerpo ya es privilegio, ya que la mayoría de los seres no tienen nuestras condiciones. Como dato curioso, la mayoría de los animales terminan sus vidas siendo comidos vivos. El estar casi libres de depredadores es un privilegio, ya no digamos ir a una playa saturada en Semana Santa, controlada por el crimen organizado y en plena pandemia. Eso ya es lujo.
Malos chistes aparte, alguien podría objetar que estoy confundiendo privilegios con gratitud. En cierto sentido, sí, ya que todos somos únicos y especiales. Por lo tanto, tenemos muchas cosas por las que podemos estar agradecidos (vida, relaciones, condiciones, habilidades, conocimientos, etc.). Y todo esto lo podemos ver como ventajas excepcionales, es decir, privilegios.
Entonces tal vez convenga distinguir entre privilegios exclusivos, neutros e inclusivos.
Los privilegios exclusivos son aquellos que conseguimos a costa de otros, o bien, generan sufrimiento en otros. Un ejemplo sería la impartición parcial de la justicia, ya sea beneficiándose por estar cerca del poder, o sufriendo por estar en contra. Aquí también entran la explotación, discriminación, corrupción y muchas de las motivaciones detrás de movimientos sociales. Muchas veces la diferencia yace en dónde marcamos la frontera con los “otros” que consideramos o no “nuestros”. En la esclavitud, está bien explotar a los que no pertenecen a nuestro grupo. En la actualidad, es casi aceptable explotar a los que no pertenecen a nuestra especie. Estamos a favor de explotar a las máquinas actuales. Para eso son.
Los privilegios neutros nos benefician, pero no afectan a otros de manera notable. Tenemos el privilegio de recibir energía del sol, pero si yo aprovecho esa energía, en la mayoría de los casos no evitaré que otros la aprovechen también.
Los privilegios inclusivos también benefician a otros. Por ejemplo, si ayudamos a mejorar la seguridad, la cultura, el conocimiento, la economía, etc., en general no sólo nos beneficiamos nosotros, sino que el beneficio se desborda a casi todos los demás.
Entonces, podemos hablar de luchar para disminuir privilegios exclusivos, pero aumentar los inclusivos. Más aún, muchos ya los tenemos, sólo hay que ser conscientes de ellos. Esto nos podría ayudar a disfrutar y apreciar más nuestras vidas efímeras.